

Nueva Zelanda que no se amilanó enfrentó de tu a tu al once de jerarquía de Marcelo Lippi, Italia; que jugó con todos sus titulares con la excepción de Andrea Pirlo, que ya es habido por todos su situación actual. Con fútbol preciso realizaron lo que debían cuando debían, salieron a la cancha atacando con todas sus líneas sobre los italianos marcaron el gol de penal en el minuto 6, por intermedio de Shane Smeltz, dudoso por algunos pero muy seguro para mi, y al tener la ventaja se defendieron lo suficiente para no dejarse dominar por los italianos que no hallaban la fórmula para derribar la defensa de los kiwis, su único fallo fue permitir ese penal que a la postre marcaría Di Rossi en el minuto 28; pero el resto del partido fue una calculada defensa y un disciplinado medio campo que de contragolpe generaba balones que con tiros de larga distancia o alimentando a los delanteros amenazaban con ponerse adelante en el marcador, situación la cual se mantendría hasta el final de los noventa minutos.
Es increíble si antes de que empezar el mundial me decían que los italianos estarían empatados en su grupo con Nueva Zelanda en puntos y goles, le diría a esa persona que estaba desquiciada; pero la verdad es que con este mundial de sorpresas e impredecible, no hay nada seguro.
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